viernes, 29 de noviembre de 2013

Por un mundo más justo...

Os dejo un vídeo que han compartido conmigo y que ahora quiero compartirlo con vosotros.
Dediquemos un momento de nuestro día a reflexionar un poco sobre lo que estamos haciendo y sobre lo que podemos hacer...
Espero que os guste.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Continúa la campaña europea de recogida de firmas en contra del aborto

Todas las asociaciones en defensa de la vida están promoviendo la Iniciativa Legislativa Europea “Uno de nosotros” que tiene que ser respaldada por un millón de ciudadanos.

Más información:

viernes, 22 de noviembre de 2013

Año de la FE

Estamos a punto de acabar el Año de la Fe. Poco más de un año que hemos tenido por delante para mirarnos por dentro un poquito, meditar,... reflexionar,...
Para el ser humano la FE es importante, y los que frecuentamos la eucaristía solemos hacer una profesión de fe en la oración del CREDO y que en muchas ocasiones hacemos de manera mecánica.
Os dejo este vídeo para que os ayude a reflexionar un poquito, y os haga pensar...



viernes, 8 de noviembre de 2013

Estatuto del embrión humano

El pasado mes de julio, la Asamblea Nacional de Francia votó un proyecto de ley que autorizaba la investigación con embriones humanos (una práctica que daña y destruye a los individuos humanos en esa etapa de su desarrollo). El filósofo Fabrice ¬Hadjadj, director de Philanthropos, el Instituto Europeo de Estudios Antropológicos (Friburgo, Suiza), analizaba, en una entrevista que reproducimos a continuación, el estatuto del embrión humano. Respondía al profesor René Frydman que, en Le Figaro del viernes 12 de julio, afirmaba: «Para mí, el embrión no es una persona humana», y declaraba que prohibir la investigación con embriones humanos era «incoherente y retrógrado».
 –Muchos afirman que «el embrión no es una persona». ¿Qué piensa usted sobre esto?
– Es curioso, no se busca jamás a un filósofo para practicar una reproducción asistida, pero no se duda en preguntar a un médico sobre cuestiones filosóficas. »Quiero recordar que la noción de persona es una noción metafísica, de origen teológico incluso, y que no la podemos emplear así como así sin ser más arribista y más vanidoso que «El burgués gentilhombre»[la comedia de Molière, del s.XVII]. »Por otra parte, no sé si usted se ha dado cuenta, pero nos esforzamos en decir «el embrión», sin más. Pero, ¿de qué se trata? ¿De un embrión de vaca, de macaco, de ornitorrinco? No, se trata de un embrión humano. »A M. Frydman le ha sido fácil argumentar diciendo: «Un ojo no preparado no puede ver la diferencia entre un embrión de ratón y un embrión humano». Él, el defensor del «in vitro veritas», conocedor de la genética y acostumbrado a manejar el microscopio electrónico, repentinamente se niega a ver el código genético de este embrión y promociona «el ojo no preparado». »¿Implantaría él un embrión de ratón en las mujeres que le solicitan una reproducción asistida? ¿Por qué no, si no hay ninguna diferencia? La evidencia es que el embrión sobre el que estamos hablando es humano. Ningún científico puede decir lo contrario. »Ahora bien, eliminar a un ser humano es un homicidio. Hacer del ser humano un material excedente es el colmo de la explotación. Y con esto no estoy emitiendo un juicio de valor. Después de todo, puede haber motivos para ser un homicida, y numerosos Estados, en nombre del progreso, han legalizado la explotación y la manipulación de los humanos. Lo que yo reprocho, como filósofo, es que se rechace llamar gato a un gato, y que nos abandonemos a circunloquios para disimular.
 - ¿Si las cosas están tan claras, por qué este debate? 
- Un texto de Bertrand Monthubert, antiguo secretario nacional para la investigación del Partido Socialista francés, publicado el 11 de julio, es bastante significativo. »Cito su sabrosa argumentación, en su muy aproximativa gramática: «El embrión no es una persona, la ciencia es muy clara sobre esto. Si fueran personas, esto significaría que los embriones que han sido creados y destruidos en el marco de las FIV son asesinatos. Y éste no es el caso». Esto es todo. »Hablamos del «embrión», sin concretar que se trata de un embrión humano. Pretendemos que la noción de persona es «muy clara» para la ciencia. Y como único argumento se plantea la imposibilidad de ser un asesinato. »La negación tiene, por tanto, dos causas. La primera es esa palabra, «persona» y la confusión metafísico-jurídica a la que induce. Haríamos mejor en preguntarnos si estamos ante una vida humana o no. »Ahora bien, puesto que esta vida es humana, la cuestión es saber si queremos seguir teniendo el artículo 16 del Código Civil [francés], que establece que «la ley garantiza el respeto al ser humano desde el principio de su vida», o lo abandonamos. »La segunda causa es la dificultad de reconocer que, al seguir una lógica “tecnicista”, hemos creado una situación irresoluble e insostenible, ante la cual nuestra conciencia está desorientada. Efectivamente, estos 50.000 humanos congelados, que querríamos usar sobre todo como reactivos en laboratorios farmacéuticos, son algo inimaginable. Debemos admitir que estamos más allá de «Un mundo feliz», de Aldous Huxley.
 - ¿Podemos afirmar al mismo tiempo que el embrión humano «no es una persona», y que «se convertirá en una persona» en la medida en que se inscribe en un proyecto parental?
– Los científicos que apoyan esto son, verdaderamente, adeptos de la magia negra. ¡Abracadabra! Yo quiero que sea una persona, y es una persona. Esto no entra en mi proyecto y ¡puf! ¡La persona desaparece! Estamos verdaderamente en el reino de los aprendices de brujos. »Pero esta manera de ver, que hace pensar en la magia, es típicamente tecnocrática. Su principio es que la voluntad prima sobre el ser, y que por tanto, todo el estado natural, incluido mi cuerpo, sólo es un material que puedo manipular según convenga a mis caprichos. »Sin embargo, me acuerdo de lo que decía Hannah Arendt al final sobre el sistema totalitario: la esencia del totalitarismo se encuentra en su rechazo al nacimiento como acontecimiento absoluto, es decir, en el hecho de querer que el individuo no tenga valor a menos que se inscriba en una planificación, que sea el engranaje de un dispositivo anterior a su llegada, ya sea que se trate de la ideología del Partido o del proyecto de los padres.
 - ¿Podemos aceptar las interrupciones voluntarias de embarazo y la destrucción de embriones sin proyecto parental y rechazar la investigación con embriones?
 – Es cierto que todo está unido. Por otra parte es necesario recordar que una fecundación in vitro, al final, destruye más embriones que un aborto. »De nuevo, yo no pretendo posicionarme a nivel ético, y sobre todo en esta ética que todo el mundo utiliza como una etiqueta, para pagar su buena conciencia. Constato simplemente que hemos entrado en una era de manipulación radical (es decir, desde la raíz) de la vida humana… »A pesar de todo, el cambio de ley que se quiere actuar no es anecdótico. Hasta ahora, desde el punto de vista legislativo, el principio era el respeto hacia la vida humana, y la destrucción o utilización de embriones humanos (podríamos incluso decir la «comercialización») sólo se permitía a título derogatorio. Hoy en día, se trata de hacer de la derogación un principio, e inscribir como prescripción positiva la reducción de lo humano a pura materia.
 - ¿No deberíamos tacharle de retrógrado? 
- ¿De dónde viene esta retórica del «gran salto hacia adelante»? Con ella, Mao causó 30 millones de muertos. Es bueno dar marcha atrás cuando estamos al borde del precipicio. »Además, lo que es retrógrado es no seguir el camino abierto por el Premio Nobel de Medicina, el Profesor Yamanaka, con sus células reprogramadas, que no plantean ningún problema ético. Pero nosotros nos enredamos en la investigación a partir de embriones humanos (sin duda alguna, como un medio de evitar a nuestra conciencia el malestar de tenerlas que destruir) y dejamos que Japón nos adelante en métodos que ya han dado mejores resultados.
 - ¿Se puede decir que los que se oponen a la ley están influidos por la Iglesia Católica? 
 - M. Frydman lo ha asegurado en las columnas de su periódico. Lo que es doblemente desleal. Primera deslealtad: hacer creer que todos los que se oponen a sus opiniones son unos fideistas irracionales. Esto es típico del estilo del proceso estalinista. Segunda deslealtad: él se deja presentar como el «padre del primer bebe-probeta». ¿Qué ha pasado entonces con Jacques Testart? ¿Por qué ya no se habla de él como el pionero de la fecundación in vitro? Precisamente porque, sin ser católico, Testart ha denunciado a todos aquellos que «aplauden religiosamente todas las producciones de laboratorio». Habría mucho que decir sobre el oscurantismo “cientifista” y sus fanáticos hoy.

martes, 5 de noviembre de 2013

Un extraño...

Unos cuantos años después que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién llegado a nuestra pequeña población. Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.
El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios:
Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer.
Pero el extraño era nuestro narrador.
Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias.
El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.
Me hacia reír, y me hacía llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. (Ahora me pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el extraño se fuera.)
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas. Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra casa… Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase. Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacia que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el extraño nos animó a intentarlo y a hacerlo regularmente.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos.
Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.
Repetidas veces lo criticaron, mas nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permanecio en nuestro hogar.
Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con nuestra familia. Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía...
¿Su nombre?
Nosotros lo llamamos Televisor...
Nota:
Se requiere que este artículo sea leído en cada hogar .
¡Ahora tiene una esposa que se llama Ordenador y un hijo que se llama Móvil!

sábado, 2 de noviembre de 2013

Los niños no molestan

Noticia Diócesis de Málaga: Con un pequeño de seis años abrazado a sus piernas. Así tuvo que hacer el Papa Francisco su intervención durante el marco de las Jornadas por la Familia en el Vaticano, pues no hubo manera de despegar al niño del lado del pontífice.
Saltándose todo el protocolo, el chico salió corriendo hacia el púlpito donde se encontraba el Papa y se agarró a él. Pese a los esfuerzos de los agentes de seguridad por llevárselo de allí, el niño volvía a agarrar a Francisco, que le acarició cariñoso la cabeza y dejó que se quedara.

viernes, 1 de noviembre de 2013

2ª entrega: Fidelidad Matrimonial

2.- Fidelidad matrimonial, exigencia humana.
a) El matrimonio da origen a una comunidad natural y espiritual entre el hombre y la mujer y a una serie de deberes y derechos recíprocos que nacen de esta comunidad de vida, entre ellos está el deber de fidelidad, que conceptualmente incluye el deber de observar una conducta inequívoca, absteniéndose de cualquier relación que cree una apariencia comprometedora y lesiva a la dignidad del otro.
b) Esta es una obligación recíproca de los cónyuges que consiste en la abstención de mantener relaciones sexuales y actos de afectividad excesiva con personas distintas al cónyuge.
c) El deber de fidelidad constituye un valor que debe practicarse, a fin de mantener sólida la relación de pareja, siendo un deber que nace de la convivencia misma, de lo que significa vivir juntos y compartir el techo, la mesa y el lecho, una relación conyugal o de hecho se da entre dos personas, que desean hacer vida en común y por tanto, no es permisible que los afectos y las relaciones sexuales se practiquen con un tercero ajeno a la relación de pareja, porque estaría vulnerando la esencia misma del matrimonio o de la unión de hecho.
El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona: reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad; mira una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a fecundidad.
Unidad e indisolubilidad del matrimonio
El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos: "De manera que ya no son dos sino una sola carne”.
"La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad personal que hay que reconocer en la mujer y el varón en el mutuo y pleno amor".
La fidelidad del amor conyugal
El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. "Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos, exige la fidelidad de los cónyuges y urge su indisoluble unidad".
Puede parecer difícil, incluso imposible, atarse para toda la vida a un ser humano; y, humanamente hablando, quizás podamos pensar en situaciones en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la separación la considera la sociedad no solamente posible, sino necesaria.
La apertura a la fecundidad
"Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole: Los hijos son el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus mismos padres y a  la fidelidad entre ellos.  
Bioética y fidelidad conyugal
La Bioética como ciencia que estudia la intervención del hombre en la vida, en relación con los valores y principios morales y de los cuales conllevan una responsabilidad resultante, ha entrado en el tema de la fidelidad matrimonial en su aspecto de apertura a la fecundidad, porque se pone en juego la dignidad de la persona. Es por eso que la bioética va a manifestarse en la relación de los cónyuges y en los actos que lleven a cabo con la consecuente repercusión para uno y para otro.

El amor conyugal es humano, sensible. No es una efusión del instinto o del sentimiento sino que es un acto de la voluntad libre destinado para que los cónyuges se mantengan unidos, crezcan y puedan fundirse en un solo corazón y en una sola alma y se perfeccionen humanamente.


Es un amor total que se entrega sin reservas y sin medida y se ama al otro con la alegría de enriquecerlo con el don de sí mismo.